CRÍTICA: "STOKER" (2013, Park Chan-Wook)
Por Pablo Álvarez
Me encuentro ante una encrucijada a la hora de calificar esta película,
ya que por un lado presenta una de las realizaciones más estimulantes y
prodigiosas vistas en los últimos años y por el otro, muestra un guión digno del
peor telefilme de sobremesa.
El salto del realizador Surcoreano Park Chan Wook a Hollywood, no podría
haber resultado mejor a nivel técnico. La composición de los planos, la puesta
en escena, la bellísima fotografía, así como el diseño de producción
deliberadamente anacrónico, son sencillamente excelentes. El director consigue
crear una experiencia cinematográfica completamente sensorial, que alcanza su
cenit en la magistral escena del piano, sin duda la mejor de todo el metraje,
capaz de transmitir un sinfín de emociones sin que se pronuncie una sola palabra.
La película se cuenta a través de los ojos del personaje de India, interpretado
con eficiencia por Mia Wasikowska, la cual tiene hipersensibilidad ante todo lo
que la rodea, percibiendo cosas que al resto se le escapan. El realizador
utiliza este detalle, para dar rienda suelta a su creatividad tras las cámaras,
consiguiendo que cada plano y cada movimiento de cámara resulten de una belleza
hipnótica, potenciada especialmente en las imaginativas transiciones visuales que
surgen puntualmente. Cada detalle, cada elemento del escenario, todo cumple la
función de estimular nuestros sentidos a cada segundo, consiguiendo que
observemos la pantalla con la misma atención con la que admiraríamos una obra
pictórica.
El problema surge cuando a medida que avanza el relato, comprobamos
que el guión escrito por el, hasta ahora actor, Wentworth Miller no sólo es que
no esté a la altura del trabajo tras las cámaras, si no que propicia que lo que
podría haber acabado siendo una obra maestra, termine resultando una película
bastante irregular. Y eso es una verdadera lástima. Ni siquiera las conseguidas
interpretaciones del elenco actoral logran elevar el nivel. Mathew Goode, cuyo
magnetismo en pantalla es indudable, resulta una presencia tan enigmática como
atractiva, cuya relación con su sobrina, interpretada por Wasikowska, muestra
ciertos tintes incestuosos que resultan perturbadores. La relación que este
establece a su vez con la madre de ella, interpretada por una Nicole Kidman que
se esfuerza por demostrar en cada plano que todavía se oculta una buena actriz
tras una gruesa capa de bótox, plantea un juego de seducción, que acaba por
resultar poco creíble. Al final, son tales las incongruencias, los agujeros y
las lagunas que aparecen en el guión de Miller, que ni todo el virtuosismo visual que es capaz de alcanzar el director, puede eludir
el hecho de que nos encontramos ante una historia endeble. Existen casos en los
que el guión está supeditado al concepto visual de una película, en
los que la coherencia de la trama es secundaria a las sensaciones que
consiguen transmitir las imágenes. Sin embargo, en esta ocasión resulta evidente la intención de emular el thriller Hicthcockiano, estableciendo que la propuesta no se
sustenta únicamente en el preciosismo de sus imágenes y si en una historia
supuestamente transgresora y sorprendente, algo que evidentemente no se
consigue en esta ocasión.
“Stoker” supone una de las grandes decepciones en lo que llevamos de año.
Precisamente, el hecho de que fuera quien es el responsable tras las cámaras,
hacía augurar que nos encontraríamos ante una obra que mostrara una gran
calidad en todos sus apartados. Si bien la película cumple de sobra en el aspecto
visual, sonoro e interpretativo, resulta inevitable que acabe viéndose lastrada por un guión mediocre. Al final, este trabajo sirve para
confirmar la siguiente máxima, famosa entre el gremio de guionistas: “Puedes hacer
una mala película con un buen guión. Pero jamás podrás hacer una buena película con un mal guión”. Y eso, lamentablemente sucede, aunque el director sea el mismísimo Park Chan-Wook.