jueves, 28 de febrero de 2013

CRÍTICA: "EL ATLAS DE LAS NUBES" (2012, Andy y Lana Wachowski, Tom Tykwer)

Por Pablo Álvarez




Realizar un análisis de "Cloud Atlas" resulta una árdua taréa por diversas razones. La primera es que se trata del tipo de obra que hay que dejar reposar, sobre la que hay que hacer una reflexión profunda y a ser posible, tras sucesivos visionados. Además, es una película que engloba en sí misma, seis historias autoconclusivas diferentes, que entre ellas muestran distintos tonos, géneros e incluso altibajos de calidad. Por otro lado argumentalmente es muy variada, y aunque exista un leit motiv temático que sirva de nexo entre todos los segmentos que forman el conjunto, son muchas las lecturas que se pueden extraer de ella. Dicho esto, haré todo lo posible para volcar aquí mis impresiones, tras haberla visto una sóla vez.

La principal virtud de la película, es que a pesar de una duración cercana a las tres horas, es capaz de captar nuestra atención en todo momento. Esto resulta especialmente meritório, debido a que tenemos que seguir una estructura de montaje en paralelo constante, en la que se nos va proporcionando información sobre distintas historias aparentemente inconexas. Y a pesar de ello, nunca perderemos el hilo narrativo. Bien es cierto, que irremediablemente alguna de las historias tenía que resultar más interesante que otra. Si la que acontece en una futurista Neo-Seúl, es capaz de apabullarnos con un estilo visual que remite al anime, otras como la de la investigación periodística en los años 70 resultan más convencionales. No obstante, como ya he mencionado antes, sorprende la sensación de armonía que transmite una amalgama de elementos tan distintos entre sí, que bien podría haber acabado como un indescifrable galimatías cinematográfico.


Para cualquier actor que se precie, "Cloud Atlas" supone un gran regalo, a la vez que un reto inerpretativo difícil de igualar. A lo largo de las seis historias, se dan cita una galería de personajes prácticamente interminable y sin embargo, el plantel de actores se nos antoja pequeño en comparación. Esto se debe a la decisión de hacer que los mismos intérpretes se encarguen de distintos papeles, suponiendo en muchos casos que tengan que ponerse en la piel de personas de distinta edad, raza e incluso sexo. No negaré que hay veces en las que esto puede resultar una ligera distracción. No todos los días se puede ver a Hugo Weving con el aspecto de una enfermera marimacho o a Halle Berry como un anciano asiático. Pero esta es una decisión, que más allá de estar suscitada por una economización de los recursos, está usada con fines narrativos, contribuyendo a enfatizar la idéa principal que subyace en el film, que es la de que todo está conectado a través del tiempo y el espacio. 


El trabajo de dirección a seis manos, entre los hermanos Andy y Lana Wachowski y Tom Tykwer, resulta digno de admiración. Es dificil imaginar la interminable labor de logística que implica desarrollar un proyecto de este tipo. Los tres directores se han complementado de manera tan armoniosa como la que presentan las distintas historias que cuentan. De este modo no existen unas diferencias estilísticas evidentes, que permitan diferenciar cual de los directores se ha encargado de cada segmento, salvo escasas excepciones. La calidad del nível técnico obtenido es indiscutible, con una dirección elegante en todo momento y una innegable capacidad de emocionar con la belleza de sus planos. Del mismo modo, el trabajo de ambientación es asombroso, realizando contínuos saltos temporales, sin perder la sensacíon de que en cada instante nos encontramos en una época concreta. 


En definitiva, "Cloud Atlas" es una película imposible de abarcar con un sólo visionado. En esta primera ocasión hubo veces en las que me ví fascinado, confundido, emocionado y saturado, ante la cantidad de cuestiones filosóficas, políticas, sociales y existenciales expuestas en su argumento. Es un film que intenta abarcar desde los aspectos más mundanos de la vida hasta los más grandiosos, en el sentido más épico de la palabra. Una obra que al igual que la partitura que le da título, supone una mezcla de distintas notas musicales que se equilibran formando una melodía completa. Con los trabajos de este tipo, suele pasar que pueden terminar de dos maneras: O bien acaban resultando pretenciosos por culpa de la megalomanía y la pedantería de sus autores; o bien terminan por resultar ambiciosos, pero motivados por el deséo de contar una buena historia de ciclópeas proporciones. En mi opinión el primer caso es digno de indiferencia, mientras que el segundo merece respeto y admiración. En esta ocasión, creo que nos encontramos ante este último.

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