Por Pablo Álvarez
Película tras película, el realizador James Wan ha ido
demostrando que es una de las voces más
interesantes surgidas dentro del género de terror en los últimos años. Si con “Saw”
logró reformular el thriller con asesino en serie, aderezándolo con altas dosis
de Gore, con “Silencio” desde el mal” e “Insidious”, mostró un amplio
conocimiento de los códigos que deben funcionar, para crear una historia de
fantasmas terrorífica, a la vez que homenajeaba a dos de sus referentes, como
Bava o Argento.
En esta ocasión Wan toma como base del relato una historia real, siguiendo los pasos de Ed y Lorraine Warren, dos de los investigadores de lo paranormal más reputados de Estados Unidos desde la década de los cincuenta. El director vuelve a mostrar su buen hacer tras las cámaras, sabiendo encontrar un punto de equilibrio entre una realización actual con una constante cámara al hombro, que dota al metraje de un realismo cercano al documental y un aire que evoca al cine de los setenta, gracias a la excelente ambientación, la fotografía de tonos apagados, el acertado vestuario y el uso de recursos tan propios de la época como el zoom. El manejo de la puesta en escena es otro de los puntos fuertes del realizador, jugando con la composición del plano y el ángulo de cámara, para conseguir una atmósfera inquietante.
Pasando a hablar de las actuaciones, hay que destacar el hecho de que Wan haya querido profundizar tanto en los personajes, como en los elementos sobrenaturales, consiguiendo que estos queden perfectamente definidos y resulten interesantes. Esto se beneficia de las interpretaciones de tres excelentes actores como son Patrick Wilson, Vera Farmiga y Lili Taylor, recayendo principalmente el peso de la trama sobre estas dos últimas, al contar una historia que trata especialmente sobre el temor de unas madres, que no saben si serán capaces de preservar a sus hijos del mal que les acecha. El trabajo del elenco actoral, constituye un elemento indispensable a la hora de dotar de verosimilitud a un relato de estas características y en esta ocasión alcanza un nivel notable.
No obstante y a pesar de contar con una serie de elementos de indudable calidad, hay determinados factores que impiden que la película se sitúe entre los grandes títulos del género. En primer lugar, nos encontramos una vez más con el uso reiterado de sonidos estridentes para causar el susto en el espectador. Esto funciona en detrimento de la estupenda atmósfera creada por Wan, empañando en cierto modo la efectividad de ciertas escenas. Otro problema, es la sensación de déjà vu que transmiten algunos momentos, perdiendo de algún modo el factor sorpresa, al intuir como van a resolverse las situaciones. Exceptuando el brillante recurso de la caja de música o el instante de la sábana al viento, son pocos los momentos que resultan verdaderamente originales en el film. Como resultado muchos de los instantes que en principio tendrían que resultar terroríficos pierden su efectividad, lo cual llega a resultar frustrante. Por otro lado su ritmo se antoja algo irregular, con algunos instantes de los que se podría haber prescindido perfectamente, en favor de una narración algo más amena.
“Expediente Warren” se presenta como una efectiva película de terror, con un trabajo actoral de una calidad bastante inusual en el género, que lamentablemente podría haber constituido un mejor trabajo, de haber explotado mejor ciertos elementos presentes en su metraje. Wan sigue demostrando que es un excelente director y muestra un gran entendimiento del género, pero en esta ocasión presenta un trabajo algo más convencional que los del resto de su filmografía. Sin ser en absoluto una mala película, si supone una pequeña decepción, teniendo en cuenta las expectativas que se tenían puestas en ella.
2 pepaçaos y medio
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