sábado, 5 de octubre de 2013

CRÍTICA

GRAVITY ("Gravity" 2013, Alfonso Cuarón)

Por Pablo Álvarez


Antes de entrar a valorar los distintos aspectos de una producción como esta, que tanta expectación ha despertado, es necesaria la siguiente aclaración: “Gravity” supone un antes y un después respecto a la forma de hacer y ver el cine. La proeza técnica, visual y sensorial conseguida por Alfonso Cuarón, es el equivalente actual al “Viaje a la luna” de Méliès o el “2001” de Kubrick. Una experiencia inigualable, que lleva la tecnología hasta el límite de lo que puede ofrecer hoy en día y potencia las virtudes del formato estereoscópico, más allá de lo que ninguna producción ha hecho hasta el momento. 

El realizador ha recreado el espacio exterior con tal perfección visual, que en ningún instante dudamos de la verosimilitud de lo que vemos en pantalla. En ese sentido, la película es una celebración del medio como método de evasión, capaz de trasladar al espectador a escenarios a los que no sería capaz de acceder de otra manera y de hacerle vivir situaciones que no podría experimentar de ningún modo en su día a día. Teniendo en cuenta que en la actualidad, la mayor parte de los asistentes a la salas nunca viajarán fuera del planeta, hay que agradecerle a Cuarón el hacer posible, que por el precio de una entrada seamos capaces de vernos transportados mucho más allá de la estratosfera. La contemplación de los bellísimos planos que consigue el director, en los que admiramos la superficie terrestre como nunca antes se ha visto en el cine, constituyen una experiencia de una gran intensidad emocional por sí misma. No obstante, a pesar de que los principales alicientes de la propuesta son de tipo visual, estos no funcionarían si no se vieran complementados por una buena historia. El guion escrito a cuatro manos entre el realizador y su hijo, plantea un relato de supervivencia y superación, en el que la voluntad del espíritu humano se impone ante el escenario más adverso que pueda imaginarse. No son pocos los que han observado, que la historia funciona como una especie de alegoría sobre la difícil situación que gran parte de la población debe afrontar en la actualidad. De cualquier modo, el hecho de que sea posible establecer una analogía de este tipo, supone que la cinta funciona al establecer distintos niveles de conexión con su público. Habrá quienes vean una historia convencional envuelta en una presentación revolucionaria y los que como el que esto escribe, conecten a un nivel más profundo con lo que se nos cuenta. En el caso de pertenecer a este último grupo, es justo valorar el mérito de la interpretación de Sandra Bullock. A priori muchos vimos con cierto escepticismo la elección de una actriz, a la que le ha costado desprenderse de la imagen ofrecida en los papeles cómicos que ha interpretado a lo largo de su carrera. Una vez vista la película, no queda otra que reconocer la notable labor que realiza Bullock, que desempeña la difícil función de sostener prácticamente todo el peso de la trama sobre sus hombros, con solvencia y convicción. Su compañero de reparto, George Clooney, interpreta a un personaje carismático y dicharachero hecho a su medida. Su presencia en la trama resulta indispensable en la evolución del personaje de Bullock y el actor ofrece una actuación tan eficiente como de costumbre.

Como suele pasar siempre que se estrena una producción de este tipo, habrá quienes ensalcen excesivamente sus muchas virtudes y quienes aprovechen para exagerar sus defectos, desmitificando una película llamada a convertirse en obra de culto, mucho antes de su estreno. En mi opinión nos encontramos ante el trabajo de un visionario, que ha sabido dar forma a una obra revolucionaria, en una época en la que parecía que ya estaba todo inventado. Bien es cierto que su historia remarca en determinados instantes la emoción que pretende transmitir de manera obvia, sirviéndose de recursos como el uso de la banda sonora. Sin embargo esto son nimiedades al entrar a valorar un trabajo de tal magnitud, que ofrece una experiencia como nunca antes se ha vivido en una sala de cine. Sólo por eso, Cuarón se merece todos los elogios del mundo. “Gravity” es capaz de infundir la capacidad de fascinación en el espectador, a un nivel como sólo ha surgido de forma puntual a lo largo de la historia. Como sólo unos pocos maestros privilegiados han sabido hacer.  
4 pepaçaos y medio

No hay comentarios:

Publicar un comentario