Aprovechando la fiesta del cine, ayer asistí a ver "Capitán Phillips" con bastantes ganas, después de haber leído inumerables comentários entusiastas vertidos en la web. Normalmente no dejo que las opiniones ajenas me influyan a la hora de ver una película, pero en este caso parecía que la calidad de la cinta, estaba fuera de toda duda, debido a la unanimidad a la hora de valorarla favorablemente. Con esto en mente, me dispuse a asistir a lo que prometía ser una gran obra. No obstante ya desde el principio, me chirrió la conversación simplista sobre la crisis, que mantienen el matrimonio formado por Tom Hanks y Catherine Keener. Parece como si Greengrass hubiera querido dejar clara su posición frente a la situación económica actual de cualquier manera en la película, aunque esto quede forzado y no guarde relación directa con la trama. Ya en las siguientes escenas, empecé a percibir el problema que sin duda iba a frustrar la experiencia para mí. Me refiero a la dirección de Greengrass y su tendencia a no dejar de mover la cámara ni un segundo. No comparto la noción que tiene el director de que el estilo documental equivale a ignorar conceptos como la composición del plano o la clara disposición de los personajes dentro del mismo. De este modo, a excepción de un par de Grandes planos generales, para mí el visionado se convirtió en una lucha constante por intentar enfocar una imagen clara de lo que aparecía en pantalla, desistiendo totalmente en el caso de las escenas nocturnas, en las que no fuí capaz de discernir absolutamente nada. Es un caso en el que, independientemente de la calidad de las interpretraciones (lo cual está fuera de toda duda contando con un titán de la actuación como Hanks), o lo potente que resulte el fondo, la forma condiciona al resto. Me pasó algo similar con "United 93", también de Greengrass, en la que a pesar de saber que se basaba en un trágico suceso real, fuí incapaz de conectar con la historia, por culpa de la dirección, convirtiendo el relato en lo más cercano a la típica dramatización de unos hechos, que podría aparecer en cualquier documental. Tal vez su intención sea la de intentar crear una puesta en escena lo más realista posible, conviritiendo la cámara y por ende al espectador, en un testigo que participa directamente en la acción, mostrándose tan confundido por la situación como los protagonistas de sus historias. Si es así, reconozco que no acabo de compartir su visión como cineasta y que lejos de implicarme con lo que veo,el efecto que consigue en mí es el el contrario.
Al margen de la dirección, la historia mantiene un buen ritmo en el primer acto, alcanzando escenas de gran tensión como la que precede al abordaje de los piratas. No obstante, la segunda mitad de la película rebaja considerablemente la emoción transmitida al principio, con una parte que resulta monótona y aburrida. El clímax final recupera el buen pulso conseguido al comienzo, principalmente por la increíble interpretación de Hanks su capacidad para mostrar un gran abanico de emociones, logrando una empatía con el espectador como pocos son capaces de conseguir. Sin embargo la sensación que me quedó al abandonar la sala fue la de frustración. Independientemente de que Greengrass cuente con un gran intérprete a su lado, con una buena historia o de que evite juicios morales maniqueos, las elecciones que toma como realizador influyen al resto de elementos de manera negativa.
No soy detractor del director ni mucho menos. A falta de ver "Domingo sagriento" y "Green zone",su contribución a la saga Bourne me parece muy difrutable y evidencia que tal vez se desenvuelva mejor en ese tipo de proyectos, en los que la acción es constante. El problema es que en esta ocasión, Greengrass rueda del mismo modo a Tom Hanks bebiéndose un café que esquivando balas y la mayor parte del tiempo esto más que verse, se intuye.
2 pepaçaos
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